Si pudiera elegir una vida en la que reencarnarme me metería dentro de la de Saint Exupery para volar cuando el cielo todavía era exclusivo, y perderme en el desierto y en la soledad. O me instalaría en la piel de Peter Pan, que tiene el don de no crecer, y poder también recorrer el mundo mirándolo con ojos inocentes. Pero no es posible así que recorro el mundo a través de la literatura. De los cuentos, de los microrelatos, de las palabras. He comprobado que, al no gustarme totalmente la vida real, prefiero instalarme en la ficticia. Claro que una vez dentro te preguntas cual tiene mayor realidad. Se acaba el mes de enero de 2013 y sigo aquí en la vida real y en la ficticia. Allá vamos, recorriendo dos caminos al mismo tiempo. A eso se le suele llamar MAGIA.
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