domingo, 7 de diciembre de 2014

Piel transformada

La abuela tenía una enorme verruga en el pómulo derecho. Cuando se ponía nerviosa se lo bordeaba con el dedo corazón. Así conseguía unir la vida que partía del inicio de la sangre con esa protuberancia formada sólo por piel.  De niña creía  que de esa verruga había partido el resto de su cuerpo. Me gustaba pensar  que la abuela había  nacido de un pequeño garbanzo de piel. Era pequeña,  escurridiza y hablaba poco. Andaba por la casa sin hacerse notar como en el laberinto de las cosas por colocar. A su paso todo quedaba siempre en su sitio. Yo tenía siete años cuando desapareció. Se inventaron historias sobre Dios y el cielo. Yo supe siempre que se había escapado rodando hacia otro lugar en el que volver a crecer desde esa verruga para escurrirse de nuevo entre las cosas.

1 comentario:

  1. Yo cuando era niña también me fijaba en las señoras que tenían esas verrugas, yo las relacionaba con las brujas de los cuentos.
    Me gustó como defines el final con este toque infantil que lo hace muy tierno.
    Un saludo
    Puri

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