miércoles, 15 de abril de 2015

El viento

La intención de seguir siendo solo amigos se diluyó al mismo ritmo que mis pómulos enrojecían. Me lo decías  mientras señalabas  un saltamontes andando pausadamente sobre  uno de tus dedos. Tu  mano se posaba en mi pierna. Debajo de esa piel que tocabas, había autopistas sangrientas en plena ebullición que surtían a un corazón a punto de explotar. El viento seguía metiendo en mi oído tus palabras. Por eso aplasté el saltamontes con mi mano dejándote la piel roja. Por eso empecé a correr. Cuando corres se para el tiempo y el futuro deja de existir.

2 comentarios:

  1. Qué bonito cuentas los sentimientos, Lourdes. Es una historia con tu sello inconfundible. Y vaya imagen la de las autopistas sangrientas que surten un corazón a punto de estallar...Me gusta mucho, Besos.

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