Un señor con levita que se parece a
Pushkin no puede ser percebeiro. Tampoco Falete podría dedicarse a la natación
sincronizada.-Dijo Anselmo antes de dejarme plantado en el acantilado. Nunca
iba al grano, ejemplificaba sus teorías como si yo fuese demasiado tonto como
para entenderle. ¡Qué tendría que ver llevar levita con recoger percebes entre
las rocas! Está claro, eso si, que no me enseñaría el oficio así que observé como bajaba hacia la playa. Lo
hacía como si tuviera púas en manos y pies para engancharse a la piedra. Sólo
una ola gigante y repentina logró soltarlo. Me pareció ver una levita
descendiendo al fondo del mar.
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