El universo puede
estar en un metro cuadrado y el tiempo en dos segundos. La locutora
decía con una seguridad aplastante: noticias mediodía en onda cero, en la
cocina se estaban quemando dos huevos cocidos a los que ya se les había
evaporado todo el agua. La cortina de voz de la locutora se mezclaba con el
reguero de humo negro con olor a quemado. Fuera, el viento soplaba con tal intensidad
que acababa de tirar el geranio de la ventana. Seguirá la tormenta y rachas de
viento de 180 kilómetros por hora decía la mujer. El frigorífico se quejaba
renqueante de que ya tenía demasiados años para estar funcionado y se
hacía oír tras el geranio roto. Una puerta se cerró repentinamente y los
cristales cayeron al suelo. Los huevos se revolvían ya negros contra las
paredes de la olla. Voces, olores y frío sentía Lucía. Demasiado frío en aquel
suelo de mármol para
estar todavía viva.
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