Treviño desde la ventana de Celia Villanueva |
Marilúa descubrió la naturaleza como un juego de
sensaciones. Un día, de repente se dio cuenta de que la tierra frente a la
ventana era verde. Se había subido a una silla para observarla. –es el trigo,
que está creciendo.- dijo la madre. – ¿Yo
también soy verde, mamá? preguntó Marilúa. No hubo respuesta. No la
necesitaba. Toda su atención estaba en la mirada a ese campo verde abombado que, de repente, había aparecido frente a sus ojos.
A Marilúa le hubiera gustado ser gigante para acariciar la montaña con un dedo
y que la hierba le hiciera cosquillas en la piel. Podía verlo pero no tocarlo. Cuando fuera mayor abriría la ventana
y se tiraría sobre los campos verdes para rodar una y otra vez hacia el rio. Miró
una y otra vez su piel completamente blanca. La deseaba verde, azul, roja pero no
blanca.
Qué imaginación derrocha Marilúa! Me encanta cómo va descubriendo el mundo que la rodea. Un abrazo, Lourdes
ResponderEliminarFas que pareza tan sinxelo....biquiss
ResponderEliminarGracias, as cousas son sinxelas na infancia, cando estamos alí pensamos porque os maiores as fan tan complicadas...
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